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viernes, 11 de junio de 2010

Sin luz, sin realidad.

Tenue, la luz se sacudía y rozaba discreta su piel. La sombra se proyectaba jugueteando en el fondo de la habitación. La llama de fuego se reflejaba con intensidad en sus ojos, quizá sea su vieja y cansada alma, quizá sea el tiempo que ha permanecido despierta, quizá sean las lagrimas que esa noche ha derramado.

Sus manos buscaban nerviosas buscaban sobre la mesa una razón más para esperar despierta, la cena, las velas, el vino. Todo era inútil, no había razón alguna; sin embargo seguía ahí. Detestaba la soledad, se obligaba a verse en ese espejo en el extremo de la habitación, se veía hermosa, se veía perfecta, se veía sola.

Un suspiro se le escapo y la obscuridad la envolvió, solamente la luna la acompañaba ahora, solamente sus ojos se reflejaban en el espejo, su silueta se marcaba por sobre la mesa y el espejo comenzó a mentir.

Lo vio llegar, sentarse, vio en el espejo esa silueta inclinarse hacia ella y su cuerpo sintió el rose de una mano; respiró profundo y dejo que la mentira se hiciera real, lo besó, lo besó como si estuviera ahí. La figura del espejo se levantó y extendió su mano, ella entendió perfectamente, le dio la suya y se levanto, paso sus manos sobre la cabeza de su acompañante y las puso en el cuello, pudo sentir sus brazos rodeándola y como la tocaba gentilmente en la parte baja de su espalda. Sintió el suave movimiento, incluso escucho la música muy dentro de ella. En su cuello un beso, en su boca una sonrisa.

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