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sábado, 12 de marzo de 2011

Llaman a la puerta.

La última gota de pintura se deslizaba lentamente por la esquina de la pared mientras con la brocha la alcanzaba y la esparcía uniformemente. Terminé. Me senté justo ahí, junto a la puerta. Me quede un momento contemplando el trabajo terminado, el olor a pintura fresca me hipnotizaba y por el cansancio, después de un arduo día, no me quise mover ni un centímetro.

Toc- toc. Oí la puerta. Pero no tenía intención de abrir, seguramente sería el vecino con otra de sus acostumbradas cantaletas: “Estas haciendo mucho ruido”. Ni hablar, no arruinaría el momento. Toc- toc. Parecía muy insistente pero ya se iría. Toc-toc-toc-toc. Está bien si quería una pelea la iba a tener.

No esperaba que apareciera delante de mí. Hace tiempo que no esperaba mucho de ella. Antes pensaba todo el tiempo en ella, pero últimamente no. Pero ahí estaba, delante de mí. Qué bueno así podre besarla. No imaginaba el motivo que la trajo a mi casa. No importaba tampoco.

-Hola, pasa por favor- dije rápidamente.

-¡Oh! Qué bien que ya terminaste- dijo y me miro con sus ojos tan hermosos. Esos ojos que hacían que olvidara el mundo por momentos. Esos ojos que me hacían querer besarla. No quería que se quedara. Solo el tiempo que me tomara besarla. Pero su presencia me daba tranquilidad.

-Quieres un poco de té helado- Le ofrecí y camine hacia el refrigerador dándole la espalda, para escapar del encanto de su sonrisa. La besare si la veo sonreír. Aceptó y se sentó frente a la barra.

-Ahora que te vas a mudar, quise traerte un par de cosas que olvidaste en mi casa, pensé que te podían hacer falta- No deseaba nada de ella. Un beso solamente. Mucho menos que me trajera cosas que yo le regale. Prefiero que traiga su boca junto a la mía. Asentí con la cabeza sin decir nada más.

Me volví hacia ella con el vaso de té en la mano, al dar la vuelta ella se encontraba justo frente a mí. Deje caer el vaso. El tiempo se detuvo. La besare. Cerró sus ojos y acerco su rostro a mí. Vi sus labios. Voy a besarla. La mano que dejo caer el vaso ahora tocaba su mejilla, la otra rodeaba su cintura. Cerré mis ojos y toque sus labios con los míos.

Abrí los ojos. Estaba sentado mientras la última gota de pintura se deslizaba lentamente sobre la pared.

Toc-toc.

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