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viernes, 6 de abril de 2012

Por 4 estaciones

Subí (o baje) al metro en auditorio, porque es mi ruta habitual del trabajo a la casa. Llegue hasta al anden y fue entonces cuando recordé que podía abstraerme del ruidoso ambiente subterráneo y sus viajeros (pocos por cierto), saque de la bolsa del pantalón los audífonos y el celular, desenrede pacientemente los cables y los conecte, puse una canción al azar y empece a pensar en tantas cosas que realmente ya no recuerdo. Paso un momento. Al llegar el metro paso ferozmente frente a todos, parece siempre que no se detendrá, se detuvo y las puertas se abrieron. Unas personas salían, otros (como yo) entraban. Al entrar esta chica semidormida abrió los ojos y dirigió su mirada a mi. Yo no desvié la mía y ella acepto el reto durante apenas unos segundos, cerro sus ojos y siguió durmiendo, las puertas se cerraron y yo tome el asiento opuesto a donde estaba ella. Cuando el metro empezó a avanzar sucedió algo que no me esperaba, algo que cambio la noche por completo, el aire que se colaba por las pequeñas ventanas empujo hacia mi un aroma de ayer, una esencia que podía romper todas mis barreras, ese aroma tan tuyo, tan mio... tan de antes. La chica volvió a despertar y volvió a mirarme, era de ella; de quien mas si no. Le sonreí, quería decirle gracias por traerte a mi un instante, ella no sonrió solo volvió a dormir. Cerré los ojos y ahí estabas tu, tu si sonreías, la canción que sonaba trajo tus palabras a mis oídos, el aroma tu presencia. De auditorio a tacuba cada vez que el metro avanzaba tu imagen se imprimía un un poco mas en mis parpados, al cerrarlos podía verte. Finalmente tenia que bajar, la chica despertó, me volvió a ver, esta vez en mi sonrisa puse todo mi agradecimiento; ella entendió y también sonrió. "De nada" pude entender. "Gracias" a ella, a ti... al metro.

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